jueves, 14 de abril de 2011

AUTORRETRATO DE UNA BRUJA EN SU BURBUJA

Apenas me levanto  (Pensamientos) tengo que limpiar el espejo con lo que me queda de aliento y borrar rostros sucesivos, para que sólo, por el momento, aparezca mi cara, mi fantasma (Mi complejo de escritor).
Y lo primero que veo son ojos de ópalo que debo descifrar de mí misma, como la anciana bruja exploraba la bola de cristal (Sexocidio en la Edad Media: el peligro de ser mujer). Por allí pasa un arroyo delicado y nada una sombra, se forman pájaros sobre las aguas, aletean y hay un astro negro de muchas puntas que conduce los silencios y las palabras de mi mirada (Mitos de la autopercepción negativa. Latinoamérica en el espejo).
Debajo de los ojos veo una tela tejida con un hilo de seda desprolijo, tal vez escurridizo (Hilados), y marcas que la hilandera de las horas dejó cuando trabajaba con el amor y con la pena como si fuera una orfebrería angelical, para que los ángeles luzcan joyas resplandeciente en qué sabe qué cielos (Arte Mesopotámico). También hay filamentos cruzados del infierno y el cielo, y algún espía del purgatorio (Desdoblamiento y visión en vigilia).
Pero más abajo en esta cara, en la boca de finos labios que estuvieron llenos de carne y luz, se cumple de verdad mi destino de ser y envejecer (La personalidad del ser humano).
Sé que estos labios que cuelgan son la cuna del viento del último exhalar, que exhalaré este aliento precioso para ella, la muerte, en un parto final que me hará nacer en dirección a las estrellas (Estrellas de Marte).
Finalmente, para terminar las ceremonias de la mañana, limpio el espejo para que vuelvan a poblarlo sus antiguos huéspedes. Como mis manos están un poco temblorosas, temo dejarlo caer, pero de todos modos me digo que si eso ocurriera, estas almas que lustro y que protejo me absolverían (El espíritu y el alma, la mente y el cuerpo).

Mora Torres

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